Carlos Alberto Guzmán, miembro fundador y presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de La Plata, en sus “Escritos Sanmartinianos” realiza un amplio estudio de las biografías sobre nuestro héroe, desde las primeras que aparecieron y en vida de San Martin, correspondientes al Deán Gregorio Funes (1817) y a Pedro José Agrelo (1818), publicada esta última en el diario El Abogado Nacional (1818). También nos habla de investigadores extranjeros, entre ellos, el colombiano Juan García del Río, con su biografía publicada en Londres (1823), en un folleto de 35 páginas. Cita además la elaboración del R.P. Fray José Javier Guzmán (chileno) con sus “Noticias biográficas del General San Martín”, incluidas en su obra sobre la historia de su país.

En el análisis prolijo de las publicaciones y de los autores, Guzmán se detiene en Sarmiento, Mitre, Avellaneda, en sus cartas, discursos, libros, y múltiples acciones, consagrando a estos tres presidentes argentinos que “evidenciaron poseer dotes relevantes en el mundo de las letras... en sus estilos literarios... en el estudio meticuloso de las circunstancias históricas que encendían el fervor patriótico de la población...” Continúa Guzmán, en su análisis minucioso, con Ricardo Rojas, José Pacifico Otero, Guillermo Furlong Cardiff S.J, Mariano Paz Soldán y varios otros. Nos enseña que J. Pacífico Otero, en Bruselas (1932), presentó su Historia del Libertador Don José de San Martín y en 1933 creó el Instituto Sanmartiniano (más tarde se nacionalizaría).

Por su parte, la República del Perú erigió -con el impulso otorgado por J. P. Otero- en 1935 una institución similar, desarrollando ambas entidades, magníficas acciones con fervor patriótico y reconocimiento al “Héroe de los Andes”.

Son numerosos los escritos existentes sobre San Marín, desarrollando su vida desde Yapeyú, “la cuna del Héroe” (1778), hasta la ciudad de Boulogne sur Mer (Francia), lugar donde sucedió la “Muerte del Justo”, al decir de Ricardo Rojas. En las diversas etapas de su existencia, los estudiosos destacaron sus virtudes y acciones, siendo muy notable la faceta de educador.

Carlos A. Guzmán integró la Comisión Ejecutiva del “Primer Encuentro de Presidentes de Asociaciones Culturales Sanmartinianas y Primer Congreso Sanmartiniano de Asociaciones Culturales”, organizado por el Instituto Nacional Sanmartiniano de Argentina (Buenos Aires, 1981). Extraemos algunos conceptos de esta memorable asamblea y, en virtud a “la acción sanmartiniana”, cuyo norte fueron los principios morales en el pensamiento y la obra de José de San Martín y su proyección.

El General de División Joaquín Aguilar Pinedo indicó la “misión” esencial a cumplir con respecto a la “trayectoria sanmartiniana, exhortando a la enseñanza, orientando el esfuerzo principalmente en adolescentes y jóvenes, a los fines de preservar el conocimiento del legado del Prócer... para la pervivencia, el aprendizaje y aplicación de los valores morales en las presentes y sucesivas generaciones”. Con otros conceptos, instó a “mantener una conciencia reflexiva y juicio sereno de los hechos reales documentados para no incurrir en errores de interpretación, sometiendo a la investigación y a la crítica histórica, los testimonios y así, mantener los auténticos merecimientos del Padre de la Patria”.

Otro concepto importante fue el del Brigadier Alfredo González Filgueira, quien resaltó “la importancia de mantener y transmitir la independencia y la libertad que nos legaran nuestros Padres Fundadores, a la juventud, a los hijos y a los nietos, para el bien de las generaciones presentes y futuras... asegurando su perdurabilidad...”

De los dos tomos reunidos por Carlos A. Guzmán, titulados Escritos Sanmartinianos, con sus múltiples matices, unidos a la recopilación de los discursos que pronunciara en variadas conmemoraciones, transcribimos estos pensamientos del Padre de los Argentinos. En ellos, sobresale la “calidad de maestro-educador en San Martín, con la preocupación por la educación y la cultura, como sucediera en todas las circunstancias de su existencia”.

En una circular dirigida a las escuelas, el 17 de octubre de 1815, desde el campamento de El Plumerillo, expresó: “La educación formó el espíritu de los hombres… la libertad de los pueblos es aún despreciada... porque no la conocen...” Y les manifiesta, en general, a los directivos o encargados de la Instrucción: “El destino de Preceptor de primeras letras que usted ocupa, le obliga íntimamente...a suministrar estas ideas a sus alumnos. Recuerde Usted que esos tiernos renuevos, dirigidos por manos maestras, formarán algún día una nación, culta, libre y gloriosa”.

Estando en Lima, en el Decreto del 28 de agosto de 1821, afirma: “Facilitarles todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles, es el deber de toda administración ilustrada”. Y al crear la Escuela Normal de Maestros en Lima (1822), recalca con insistencia: “Sin educación no hay sociedad, los hombres que carecen de ella pueden muy bien vivir reunidos, pero sin conocer la extensión de los deberes y derechos que los ligan, en cuya reciprocidad consiste su bienestar...”, agregando este exhorto...siempre vigente: “La educación...única garantía invariable del destino a que somos llamados”.

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Graciela del Valle Martínez Aráoz – Secretaria de la Asociación Cultural Sanmartiniana “Libertador de América”.